Tiene
que haber una forma de sacar este dolor del pecho,
Aunque
ya he intentado todo y todo lo he hecho,
Excepto
exorcizarte para siempre de mi vida
Y emprender
en sentido contrario esta postergada huida.
Si en
la vida se llora un mar, cuántas vidas llevo llorando
Porque
por tu causa se secaron mis ojos y me sigo ahogando
Y
parece ser que no hay término certero
Y me
queda por llorar aún un mundo entero.
Cómo si hasta ayer tu vida se resumía a mis besos,
Hoy
condenas a mis caricias a permanecer en suspenso
¿Tan
poco te valió la ofrenda de mi corazón?
Que
hoy no admites ni perdón, ni asilo, ni razón.
Róbame
la vida de un golpe, pero no vuelvas a hablarme
¿No
vez que me destruyen tus palabras que dicen odiarme?
Porque
sé que es mentira y que hablas por despecho,
Al
pensar que es con otro con quién comparto el lecho.
Pero
date cuenta que yo sí te amo y como nadie amó a otro,
Que
fui capaz de perdonar mil veces las llagas de mi corazón roto,
Dolor,
traición, los años perdidos y todo con tal ver verte sonreír,
Y tú
ni siquiera mi voz te dignas a oír.
Y si
has de crucificarme por algo que nunca fue real,
Te lo
concedo, pero tengo que decir que siempre te fui leal,
Incluso
los años que te fuiste bajo el vuelo de otra falda,
Llevándote
con eso el aire de mis pulmones y todo rastro de calma.
Y si
después de todo no quieres aceptar explicación,
Deja
entonces de pedir al cielo por expiación,
Porque
tú fuiste el verdugo de nuestros destinos
Y en
el cielo no admiten a los asesinos.